sábado, 9 de agosto de 2014

PSICOLOGÍA Y FAMILIA


UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL

FACULTAD DE CIENCIAS PSICOLÓGICAS

Dr. Carlos López Haz

 

PSICOLOGÍA Y FAMILIA

UN DIALOGO INTERNO

 

            Fuster et. al (2004) promueven la necesidad de contar con una psicología social más aplicada a la familia, la misma que permita dar cuenta del manejo de teorías y metodologías Psicosociales  de perspectivas más interdisciplinares, que permita abordar los temas del cotidiano familiar, en escenarios más reales[1].

 

         La familia como escenario micro social ha sido y será objeto de permanente estudio dado su propia naturaleza, características constitutivas y niveles de funcionalidad con la que mueve a sus diferentes miembros  en las distintas esferas de acción, donde les corresponde interactuar. Por ello a este escenario convergen con relativa facilidad y pertinencia los puntos de vista educativo, social, salutogénico y clínico.

 

            Esa convergencia metodológica y conceptual de todas las disciplinas de la psicología como de otras ciencias, cuyos enfoques se orientaron hacia la familia, facilitó la delimitación de su campo como subdisciplina, al tiempo que también la fortaleció al tomar prestado de esas ciencias un conjunto de técnicas así como también le posibilitó desarrollar sus técnicas propias.

 

            Por eso decimos que la psicología de la familia es realmente un campo relativamente nuevo de trabajo de la psicología con relación a otras especialidades, lo paradójico de esto resulta ser que la familia como tal es una organización más antigua que la misma ciencia se quiere; razón por la que su abordaje requiere una mirada multidimensional, transdiciplinaria e integral[2]. El surgimiento de la psicología de la familia permitió ver a esta como una totalidad y no como un resultado de una simple conjunción lineal de sus miembros, donde la psicología individual y la clínica tradicional cada vez encontraban un difícil acceso a las diferentes necesidades que la familia como grupo primario demandaba, esta perspectiva facilita el descubrir a la familia como una institución viva y activa, capaz de regular el funcionamiento social de sus miembros, asa como ser capaz también de tener responsabilidad particular en el funcionamiento inadecuado de sus miembros. Arés Patricia (2009).

 

            La familia al ser una organización obedece funcionalmente a una estructura base, la misma que soporta y da dirección a  las diferentes relaciones al que al interno como al externo ese sistema establece. Los diferentes enfoques integrados al estudio de la familia, como fueron las concepciones estructuralistas, las posturas ecológicas, la incorporación de la cibernética, el constructivismo, los aportes de hermenéutica y en especial  el enfoque de sistemas, consolidaron el desarrollo de la psicología de la familia.

 

ESTRUCTURA Y FAMILIA

El modelo estructuralista como forma de intervención en la familia tiene a uno de sus mayores exponentes en la persona de salvador Minuchín, quien para la década de los años sesenta y partiendo de la propuesta de Strauss, propone mirar a la familia como una gran organización, la cual está cruzada por estructuras y subestructuras que configuran todo un sistema socio cultural, las cuales están abiertas a las acciones e interacciones afectivas y comunicativas que orientan su actuación y caracterizan su ciclo de vida.

 

            En opinión de Minuchin y siguiendo a Strauss, las familias como estructuras tienden a operar, interna como externamente, mediante pautas transaccionales las cuales pueden ser repetitivas o redundantes; pautas que cruzan por sus estilos relacionales, de interacción, de comunicación, de habilidades, así como de resolución de conflictos.

 

            Dichas pautas  encuentran sostenimiento, en las reglas, tradiciones y en las costumbres, que universalmente y de manera aceptada por la organización familiar las pone en el juego social de sus interacciones y que por lo general son expresadas en la concepción y uso del poder, los criterios que configuran las jerarquías internas, los límites que demarcan funcionalmente las diferentes áreas y zonas de acción de sus miembros, así como de los diferentes roles o papeles con los que interactúan.

 

            Al afirmar que los límites son un patrón generados en la estructura de la familia, sin duda estamos connotando aquí, al conjunto de reglas y normas implícitas y explícitas, las cuales definen y aceptan, los miembros de esa constelación familiar; para facilitar en el conjunto de sus operaciones sociales sus interacciones, la realización constante de intercambios con su entorno y  ambiente. La claridad de la definición de esos límites y la internalización de ellos por los diferentes subsistemas de la familia, permiten el crecimiento individual y de colectivo, y asegura saludables contactos entre ellos y también con su comunidad más próxima.

 

El enfoque estructural funcionalista representado por Minuchín, Montalvo y Fishman, parte del concepto límites, que establece la necesidad de reconocer en la estructura familiar la idea de las fronteras; para salvador Minuchín la categoría propuesta corresponde a la delimitación de diferentes áreas del campo funcional de la familia, campo que empodera a otra categoría subsecuente de esta, llamada roles, los cuales inciden en el funcionamiento exitoso, no exitoso o no funcional de la familia.

 

            La puesta adecuada de límites permite la generación de las fronteras[3], lo cual es una forma de protección del funcionamiento del sistema familiar, en la medida que esos límites son parámetros y estándares de referencia funcional para todo el sistema; de tal forma que un padre o una madre que juegan bien su rol y ponen claramente sus límites, impedirán que otros miembros (subsistemas) de la familia, invadan o asuman sus roles y posiciones. Esta dinámica explica el equilibrio y la funcionalidad de la constelación familiar, la cual con la simple invasión o descolocamiento de un subsistema dentro de la frontera de otro que no le pertenece, produce un desequilibrio al cual también se lo conoce como síntoma de disfunción del sistema familiar[4].

 

            Diremos entonces que existen grupos familiares donde el subsistema parental está ausente de manera parcial o total, ahora bien dicha ausencia puede ser física como también funcional, es decir en este último caso, el subsistema parental existe,  pero no ejerce la puesta de límites y por lo tanto no delinea claramente su frontera, lo que permite el rebasamiento de otros subsistemas del mismo grupo familiar, a la posición abandonada o no ejercida. Con relación al estudio del impacto de la migración, los sistemas parentales existen e intentan desde la distancia y empleando todos los recursos disponibles, continuar ejerciendo a plenitud sus roles e intentando mantener sus fronteras, sin embrago veremos que en tal ejercicio y a la inversa proporcional se incrementa el rol de proveedor en detrimento de los límites y las fronteras en el subsistema parental.

 

FAMILIA E INTERSUBJETIVIDAD

 

            Un problema que mantiene vigencia en la psicología de hoy, ha resultado ser la definición de este problema y las diferentes metodologías propuestas para el estudio de la subjetividad humana; las diferentes miradas que sobre este particular, han emergido, también han marcado su concepción, postura y modo de abordaje, todo ello culminó por incrementar la complejidad del tema, que en si mismo ya trae. La psicología dialéctica ha dado luces al estudio del psiquismo humano, así como también ha dotado de una metodología científica y universal para su comprensión y estudio.

 

            Resulta entonces que la mediatización subjetiva es la esencia misma del acto psicológico de las personas, sus diferentes configuraciones logradas sobre la base de contenidos y representaciones mentales[5], vivencias afectivas, jerarquías motivacionales y formaciones psicológicas complejas; caracterizan el nivel personológico orientando el sentido psicológico de los sujetos.

 

            La unidad dialéctica de lo interno y de lo externo del sujeto así como la unicidad de lo individual y de lo social, no solo permiten explicar de manera categórica el armado de este gran campo subjetivo de las funciones psicológicas superiores y de la personalidad; sino que permite también integrar y relacionar lo biológico y lo social en ella; precisamente la integración de estas dos aéreas, facilita la percepción, la interpretación y la elaboración de la respuesta o reacción concretas con la que interactuamos para modificar nuestras realidades.

 

            La psicología de la familia como disciplina científica no puede abstraerse de esta postura ni de la metodología ofrecida por la dialéctica para penetrar en la subjetividad humana; de ahí que al momento de intentar explicar y comprender a la familia como grupo un primario, primero debemos reconocer  un conjunto de características inherentes a este colectivo, destacándose los caracteres de refugio de afectividad y de espacio de desarrollo y aprendizaje social de manera esencial[6].  Es aquí en la subjetividad del grupo, donde la esfera de lo psicosocial inscribe estas diferencias grupales, logradas mediante la interacción constante y continua de la subjetividades individuales de los miembros de ese grupo familiar de manera cotidiana, a esto también lo llamaremos convivencia familiar.

 

            Arés Patricia (2004), propone y define a la familia de convivencia como aquella que vive bajo el  mismo techo[7], pero que alcanza a diferenciarse de la familia ampliada, con la cual puede como no relacionarse cotidianamente, pero que no alcanzan a convivir entre ellos. Entonces resulta clave el hecho de la convivencia de los miembros de la familia, para el surgimiento de los vínculos filiales y fraternos en la familia y amorosos en la pareja; vínculos que permiten  soportar mediante el apoyo incondicional, el constante acompañamiento y las acciones reparación, de cualquier situaciones difíciles, dañina o desestructurantes que pueda afectar a uno o varios de sus integrantes.

 

            La incondicionalidad y los grados elevados de sostén o apoyo que brinda el grupo familiar, se convierten en zonas de seguridad, confianza o espacios de referencia, para el miembro de la familia que se encuentra expuesto a una crisis, problema o conflicto; esto incluye las situaciones más adversas o más catastróficas o desmoralizantes que las personas podemos enfrentar en el transcurso de nuestro existir. Precisamente la convivencia de los diferentes actores familiares, posibilita la generación de este vínculo relacional supremo, imposible de estructurarse fuera de una relación de convivencia y la cotidianidad del grupo familiar, esta otra de las razones para llamar a la familia grupo primario.

 

SUBJETIVIDAD EN LA PAREJA

 

            El estudio de la pareja históricamente ha tenido dos direcciones sobre las cuales han surgido cientos de estudios sobre este tema, a saber esas direcciones han orientado su tendencia al campo de genitalidad y de la sexualidad, desde una mirada sociológica relacionadas con el amor sin hacer una ruptura puntual con la perspectiva médica, es decir el sesgo biológico ha dominado también el tema en cuestión; en esta línea se inscriben trabajos muy reconocidos como los de Master y colaboradores; Barbach y Levin; Kaplan entre otros[8]. Los enfoques surgidos con ese fin, entre los que se han universalizado principalmente la  tendencia organicista; la cual pone énfasis en la estructura endócrina y genital, para sustentar la dualidad macho hembra, como aspecto esencial de la formación y relación de la pareja. Contrasta en lo aparente con el segundo enfoque que resulta a las finales ser, una variación más amplia de primero, esta línea direcciona el tema a lo sexual, en donde se posibilita una convergencia más cultural sobre la cuestión; un ejemplo de esta afirmación, estaría alrededor de la influencia religiosa, con toda su característica construida sobre la pareja y otra a aquellas posiciones generadas desde los enfoques de género últimamente surgidas con mucha fuerza, que aportan sobre el tema de la misma.

 

            Resulta importante en este sentido señalar otra dirección que un tanto a alejada de la psicología, se inscribe en el estudio de la pareja, desde una mirada distinta, la cual corresponde al psicoanálisis freudiano, que alcanza meritorio reconocimiento, en su intento de estudiar a la pareja, lejos de la visión médica, reconociendo en la pareja el papel de significación de lo sexual en el plano de la psiquis humana. Con ello habría sin duda la posibilidad de estudiar la sexualidad fuera del marco biologisista puro, caracterizando al amor como una sublimación de instinto sexual, negando de esta manera el papel deseo como una manifestación de la necesidad de amor de las relaciones íntimo personales (Fernández Rius L. 2006).

 

            La vida misma para el ser humano es ante todo, vida de relaciones al punto que su propia existencia, radica en el conjunto de relaciones sociales, las mismas que le facultan a su vez, a relacionarse con el mundo externo y con ello con la realidad, (Andreéva 1980); así como de la vinculación con las demás personas, de manera selectiva, el sujeto buscará establecer esas relaciones íntimas personales, señaladas por la Dra. Fernández Riuz[9]. La afirmación anterior es tan real que resulta imprescindible examinar o valorar al individuo, dentro del sistema de sus relaciones concretas y objetivas que establece con su entorno; así como también resulta imposible imaginar a la personalidad fuera de lo social, de manera que tampoco es posible imaginar el proceso social fuera de lo personal y por lo tanto intima, (Ackerman, 1988).

 

             Desde lo afirmado, resulta compresible entender que el ser humano es mucho más que el resultado del conjunto de sus roles, en primer lugar porque estos, hablando de los roles, son simplemente las formas  expresivas de sus relaciones estereotipadas en clisé y además porque los roles que juega en el plano de lo social, nunca agotan la totalidad del comportamiento humano (Héller, 1985). Lo indicado sin duda también nos conduce a analizar y enunciar la imposibilidad de estudiar a la personalidad al margen de lo social, así como tampoco a este fuera de lo personal; tal correspondencia e interpenetración, mutua, genera también la poca claridad de límites y fronteras entre lo subjetivo y lo social; Para Ackerman[10] entonces, la interpretación de lo social, es la vía para conectar lo intrapsiquico con la realidad social que a su vez produce la prolongación psicológica de lo social por un lado y la integración de la subjetividad individual de la realidad social en la que actúa el sujeto y la pareja.

 

            La relación de pareja se construye sobre la base de las relaciones íntimos-personales, vínculo afectivo al que podemos obviar y estaremos expuestos los seres humanos en general; pero que al mismo tiempo nos vuelve más humanos. La pareja constituye un tipo especial, singular y particular de relación interpersonal entre sujetos mediatizados e inter-vinculados por sus formaciones psicológicas y estilos personológicos que caracterizarán la selectividad, la reciprocidad, la intimidad, la intensidad emocional y el carácter de la relación que configuran, dándole a la relación de pareja la fuerza y la dimensión necesaria; pero que a la vez le da el toque de intimidad integrando a esta un componente de atractivo sexual, corporal, comunicativo, moral, cultural y/o psicológico.

 

            Todas las relaciones afectivas familiares se sustentan e inician en una relación de tipo cariñosa, cuya matriz de origen, es la relación de pareja; vínculo conyugal que dada su naturaleza, espontaneidad y prolongaciones, permitirá entretejer un nuevo entramado afectivo de manera lateral y vertical en todo el grupo familiar que se derive de ellos. La red afectiva construida por la pareja, será capaz de nutrir con grandes dosis de afecto, respeto, comprensión, tolerancia y mutua aceptación tanto a sus ascendientes como a sus  descendientes; también transmitirá valores, ideales, sueños y expectativas, mediante estrategias educativas y formativas, las mismas que conciliadas como acuerdos tácitas o implícitos, se ejecutan de manera continua y cotidiana.

 

            Son las acciones de cotidianidad que permiten a la pareja alcanzar un nivel valioso y deseable de relación íntima, que posiciona a los miembros de la pareja o por lo menos a uno de ellos, como un interlocutor seguro y confiable, con quien hablar las cosas y preocupaciones; también la cotidianidad de la relación lleva a la pareja a generar o convertirla a esta en un espacio, para mitigar la soledad existencial que por naturaleza trae el ser humano consigo mismo, así como también las necesidades de afecto, sexualidad y erotismo[11]. Lo argumentado nos lleva a concluir entonces que la pareja es un espacio inter-psicológico, ya que constituye toda una unión consensual con estabilidad, donde hombres y mujeres realizan intercambio de expectativas de funciones y cualidades.

 

 COMPLEJIDAD Y  VÍNCULO AMOROSO

 

            Las relaciones íntimos personales, se pueden explicarse mucho mejor desde el surgimiento de la noción de vinculo, el cual de manera particular solo puede justificar la interrelación de un sujeto conectado con otro u otros, creando una estructura singular y peculiar, para cada caso y momento. (Pichón  Riviere 1980).

 

            Esas relaciones interpersonales             poseen características psico-afectivas  y emocionales intensas que generan vivencias a partir de un vínculo establecido en la mutualidad, que los vuelve sentimientos conjuntivos que preferencialmente propician acercamientos, que se incrementan en la cotidianidad y avanzan a configurarse  como deseos de convivencia permanente; esta es una de las diferencias específicas de las relaciones intimo personales que contrasta con el conjunto de las otras relaciones interpersonales que genera el sujeto en el desarrollo de su existencia.

 

            La configuración del vínculo afectivo implica un gran momento de complejidad recíproca que activan, la mutualidad psicológica en las relaciones de amor y de amistad intensa, por ello son relaciones en extremo selectivas marcadas por la implicación personológica y el carácter activo del sujeto en el juego de sus relaciones interpersonales se expresan por excelencia; aquí también entran los sentimientos disyuntivos o negativos con alta implicación personal y vivencial en los sujetos. (Lourdes Fernández Rius 2006). 

 

            Es importante indicar que las relaciones íntimos personales que dan origen al vinculo amoroso, pueden alcanzar o modificarse en sí y generar un carácter disyuntivo, esto significa la posibilidad de tomar la dirección para mantener las relaciones de tipo amorosas o tomar más bien las direcciones de la separación o el rechazo. En esta última tendencia de orientación polar con relación al vínculo amoroso, es consecuencia del deterioro del sentimiento amoroso, el cual obedece a múltiples factores, uno de esos factores podría ser la ruptura de la cotidianidad así como también el declive del deseo de convivencia.

 

ROLES Y FUNCIONES FAMILIARES

 

La sociedad desde sus primeras formas de ordenamiento comunitario, demandó la necesidad de organización de sus individuos, a quienes se lo llamó también actores sociales; llamados así dada la representación o interpretación social que debía ejercer con una determinada finalidad impuesta lógicamente por el grupo. Inicialmente estos roles eran asignados en base a las habilidades y destrezas de los individuos, para en lo posterior y dada la complejidad de la organización y evolución lograda, asignar los roles de acuerdo a una serie de criterios como el trabajo, la familia, la religión, los grupos de edades, la educación la vida comunitaria.

 

 Los roles son construidos necesariamente en el ejerció de lo social y son sus diferentes grupo de interés, quienes establecen las pautas que hemos de seguir directamente para configurar el estatus. De ahí su sencilla definición la que se reduce a la formación de un conjunto de conductas y actitudes que se espera, ofrezca una persona en base a su estatus y situación social.  

 

La familia es una agrupación social en donde se van a poner de manifiesto las relaciones intra e interpersonales, claro está que este grupo posee un distintivo único que lo caracteriza como grupo irrepetible; nos referimos a los lazos sanguíneos y filiares. Dicha organización como grupo, demanda incorporar un conjunto de normas, reglas y funciones  vinculadas al comportamiento social matizadas por los nexos de sus culturas.

 

Desde el modelo estructuralista, las familias durante su fase de organización deben cruzar por la construcción de algunos “holones[12]” así por ejemplo y a criterio de Minuchin (1993), el primer holón en construirse es el de la pareja o llamado holón conyugal; donde de apoco se van armando las pautas de interacción entre ellos como resultado de un acuerdo formal que no se limita o subordina al acto del matrimonio como tampoco a la cuestión de género. Una de las tareas vitales del sistema de los cónyuges es la fijación de los límites del nuevo núcleo y a modo de protección para la fijación de sus necesidades psicológicas[13].

 

En dirección de esa lógica entonces un segundo holón a formarse en la pareja, corresponde al “parental”, el cual sirve de base o plataforma para la crianza de los hijos, así como de las funciones de socialización; este holón tiende a modificarse en la medida que los hijos crecen, o en su defecto, cuando se experimentan cambios drásticos en la estructura de la familia, por ello es que este holón funcionalmente puede organizarse sin uno o ambos miembros de la pareja, o con la integración de otro familiar adulto, o la asunción de responsabilidades de uno de sus hijos con relación a sus hermanos. Finalmente se organiza el holón fraterno o de los hermanos, para quienes esto constituye su primer grupo de pares iguales con los que interactúan y alcanzan el desarrollo de habilidades para lo social.

 

Para McMaster (1978) los roles familiares se concentran en cuatro funciones básicas, entre las que define: el rol de proveedor de recursos, el rol de nutrición y manutención, el rol de gratificador sexual adulto y finalmente el rol de desarrollo personal. Los roles propuestos por el autor en mención, aunque son muy concretos y dejan por fuera, otros roles importantes en el desarrollo de la familia; intentan al igual que la propuesta de los holones de Minuchín, indicar pautas y normas de comportamiento dentro del sistema familiar, debido a la importancia que estos tienen en el funcionamiento global de la familia.

 

Arés Patricia (2004) propone que los grupos de familia están constituidos por personas de edades diferentes así como de géneros distintos, cuyas actividades y desempeños, giran en torno a los roles y papeles que deben cumplir. Estos roles y papeles como categoría axiológica para la explicación del comportamiento colectivo de la familia, son pautados desde el ejercicio de lo social, en donde la cultura toma una forma activa mediatizada individual por los diferentes actores del grupo primario.

 

Para la autora en mención, los roles expresados en la convencía familiar  corresponden a  las formas de relacionarse e interactuar, de los cuales existen tres tipo a saber: los roles parentales, los roles genéricos y los roles psicoemocionales[14]. Los primeros de ellos representados por los padres, los esposos o suegros, corresponde al nivel las acciones de dirección, de autoridad, decisiones, protección y proveeduría como los más generales.

 

Los roles genéricos llamados así dada su estrecha vinculación con las posturas y asignaciones de género, en cuyas direcciones, lo masculino y lo femenino se orienta a lo largo de la educación y formación del sistema familiar, poniéndose los acentos en los niños y adolescentes. Tendencia (género) que de igual manera se refleja en la orientación que reciben los miembros de la familia sobre la responsabilidad, cumplimiento, cooperación, solidaridad y principalmente la visión sobre el trabajo.  Los roles Psicoemocionales para la Dra. Arés, corresponden al grado de significación que logramos al llegar a la familia, esto ubica nuestra posición, es decir el primogénito, los del medio el último, el más fuerte, el más necesitado, el más capaz y el desvalido; es decir al nivel de aceptación o no aceptación, de apego o desapego que tenemos de nuestros padres o grupo de familia.

 

Louró Isabel (2004) plantea que el conjunto de las relaciones interpersonales e intrafamiliares es llamado también “funcionamiento familiar”; para la autora esta  es la base que posibilita el desarrollo de la familia, proceso desde cual se puede observar con facilidad en lo espiritual, salutogénico, social, intelectual, físico y psicoafectivo, indicadores óptimos de crecimiento y desarrollo armónico de la familia. Un adecuado funcionamiento familiar, posibilita también las condiciones favorecedoras del equilibrio y la estabilidad, las cuales son fundamentales para el surgimiento de las expresiones del amor, apoyo, confianza, seguridad y la moral; aspectos necesarios en la consolidación y cohesión de la familia, así como para la formación y educación de los subsistemas filiales.

 

            De acuerdo a los descrito en los párrafos anteriores, se desprende la importancia que tiene el cumplimiento de los roles familiares, dentro de la dinámica familiar saludable y funcional. sin embargo debemos indicar, que en la realidad, existen grupos familiares que han experimentado por la migración a otros países, la ausencia de uno o varios miembros de su clan; lo cual trae apareado la ausencia y el cumplimiento de algunos roles así como la modificación de su estructura familiar.

   

CRISIS Y FUNCIONALIDAD FAMILIAR

 

Por lo general los términos salud y funcionalidad parecen ser similares,  y usados de manera semejante, por diferentes autores, en los estudios de las familias; resulta fácil concluir que algo que se encuentra saludable por lógica resultará estar funcional. Una primera distinción sobre este asunto, la hace la OMS indicando que el término salud puede aplicarse a los individuos en situación de bienestar, los mismos que forman la familia; así mismo también el término salud, puede hacer referencia al estado mismo de toda la constelación familiar[15].

 

Arés Patricia (2004) propone que en las relaciones interpersonales dentro de las familias, existen diferentes formas y niveles de conflictos, cada uno de ellos con menor o mayor grado, los cuales se vuelven potenciales de riesgo para la salud de esa unidad familia en conjunto, como para cada uno de sus integrantes. De las relaciones de gravedad. así como la relación de permanencia en el tiempo y de la vivencia de cronicidad, dependerá la capacidad de resolución de los participantes deberán alcanzar solucionar el conflicto.

 

Para la autora existen varios tipos de conflictos en los que las familias se ven involucradas, uno conflictos surgen como consecuencia directa de las desavenencia, en las relaciones interpersonales; otros conflictos estrictamente surgen por la naturaleza de las relaciones entre los involucrados, también por las asociaciones y las elecciones que pueden establecer los miembros de una familia y finalmente los conflictos se suscitarán por las acciones de lealtad que realizan las personas en su interacciones interpersonales dentro de la familia; revisemos algunos de ellos.

                          

CONFLICTOS DE DIFERENCIA

 

Estos conflictos de caracterizan por que en su esencia los problemas surgen por la diferencia de criterios, son contradicciones en los intereses o perspectivas sobre distintas cuestiones, por lo general estas diferencias tienen carácter antagónico, aunque pueden no llegar a serlo. En su nivel más elevado o critico estos conflictos no tocan la base afectiva de la relación, no por lo menos hasta llegar a lo irreconciliable en especial cuando esos conflictos tocan aspectos como: lo moral, lo religioso, lo político y lo ideológico.

 

 

                              CONFLICTOS DE RELACIÓN

 

A diferencia de los conflictos anteriores estos se caracterizan  porque se elaboran prejuicios y actitudes que afectan sensiblemente las relaciones las relaciones interpersonales que obliga de manera unilateral o bilateral, a resentir o interrumpir esas relaciones en el plano de la comunicación, la cooperación y fundamentalmente en la tolerancia. Pudiendo generar contradicciones y enfrentamientos abiertamente destructivos estimulando y exacerbando las relaciones de poder que pueden incluso llegar a marcar ciertas líneas de violencia en el grupo familiar.

 

Por la intensidad de las emociones que se ponen en juego en este tipo de conflictos y la ruptura de equidad en las interacciones personales de los miembros de la familia, por lo común este tipo de problemas demanda la intermediación de terceros que surgen del mismo grupo familiar, configurando las coaliciones lo que origina la formación de las triangulaciones o triángulos en la dinámica de la vida familiar. 

 

                            CONFLICTOS DE LEALTAD

 

Estos compromisos son una consecuencia directa de los conflictos de relación que por la dinámica y base en la que se configuran, resultan de difícil resolución en la medida, que el que media opera en dos frentes, el primero es el propio sujeto que se dado que opera mediador y el segundo en los sujetos mediados. A mas de que la el sujeto que triangula termina con las cargas emocionales de los otros miembros de la familia, la postura misma de ser mediador, obliga a la persona a mantener un porte y un perfil que distensiones las relaciones de las partes en pugna e introduzca espacio de tranquilada en la interacciones familiares, ello sin duda introduce un alto nivel de tensión emocional en el sujeto así como también se genera una gran tensión psicológica en las otras personas si el mediador no cumple su rol.

 

 

                          OTRAS FORMAS DE CONFLICTO

 

Siguiendo con el pensamiento de la Dra. Patricia Arés con relación a los conflictos de la familia, ella indica que los conflictos de esa organización pueden expresarse en un nivel abierto y en otro encubierto. Definiremos a los conflictos abiertos como aquellos que surgen de la fricción, choque o discusión, a partir del cual se pueden establecer relaciones distantes y frías entre sus miembros, por una larga temporada.

 

Mientras que los conflictos de carácter encubiertos se manifiestan como formas de resentimiento por el efecto de acumulación de agentes nosógenos que surgen de la relación tirante entre los protagonistas del conflicto y esencialmente del silencio; tales conflictos tiene una gran carga de sentimientos negativos, que pueden venir acompañados de actos violentos y confrontación entre los miembros, los cuales traen el enfriamiento de la relación.

 



[1]Citado por: Lozano Gómez Luz; tesis de grado Doctoral; Impacto Psicosocial del fenómeno de desplazamiento en las familias campesinas de la región central del valle de Cauca- Colombia; año 2007.
[2] Ares Muzio Patricia; Psicología de la Familia; Universidad de Guayaquil, facultad de Ciencias Psicológicas; departamento de publicaciones; año 2009.
[3] Minuchin Salvador y Fishman Charles; Técnicas de la Terapia Familiar; editorial Paidos, Barcelona España, año 1983; 5ta edición.
[4] Minuchin Salvador y Fishman Charles; Ibid.                             
[5] Nota de autor: metáfora para significar los procesos psíquicos cognitivos.
[6] Arés Muzio Patricia; Convivencia familiar; Universidad de Guayaquil, Unidad de Orientación profesional y consejería estudiantil; año 2004.
 
[7] También se la conoce como familia nuclear.
[8] Fernández Rius Lourdes; personalidad y pareja; editorial Felix Valera; La Habana; año 2006
[9] Fernández Riuz Lourdes; Ibid.
[10] Citado por Fernández Rius Lourdes, Op- cit.
[11] Arés Muzio Patricia; Op. Cit.
[12] Nota de autor: el término holón hace referencia al algo que realmente es a la vez una parte y un todo, su uso fue acuñado por Arthur Koestler e introducida a la terapia familiar estructuralista por Salvador Minunchin.
[13] Minuchin y Fishman, Op. Cit.
[14] Arés Muzio Patricia; Convivencia Familiar, edición Universidad de Guayaquil, Unidad de Orientación Profesional y Consejería estudiantil, año 2004, pag. 51
[15] OMS, Índices estadísticos de la Salud de la Familia; Ibid.

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