lunes, 25 de julio de 2011

PSICODIAGNÓSTICO INFANTIL, UN PROBLEMA IMPORTANTE


LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA INFANTIL
(apuntes para el texto de Diagnóstico Infantil)
Dr. Carlos López Haz



EL PROBLEMA DE LA VALORACIÓN O EVALUACIÓN

       El problema de ser niño y la necesidad de atender en forma diferente y especial los requerimientos de los niños y niñas en sus distintas situaciones, así como los diversos escenarios en que ellos actúan, los cuales sustentan en sus diferentes necesidades y motivaciones; esas diferencias incluyen también el abordaje en la atención psicológica. Para entrar al tema en referencia debemos primero diferenciar la valoración de la evaluación y estos dos procesos con el psicodiagnóstico clínico.

      Muchos psicólogos y terapeutas de niños y niñas confunden estos elementos entre sí como sinónimos y a estos, con el diagnóstico psicológico clínico, lo cual implica un serio error tanto de tipo metodológico como profesional. De hecho no es lo mismo valorar que evaluar, para establecer la diferencia señalaremos que el vocablo valorar, para la Real Academia de la Lengua Española es el acto de poner un “valor”, señalar el valor de algo; reconocer estimar o apreciar la cuantía o mérito de alguien.

      La acepción del término orienta en si a la tarea de la tasación de los objetos, acto que puede extenderse a las personas (aunque suene feo y fuera de toda ética), pues las actividades se circunscriben a dar un valor a un objeto o fenómeno en concreto; la esencia de tal acto radicará en justipreciar o atesorar el objeto a valorarse, lo cual demanda la cuantificación de atributos, esencialidades o cualidades internas del fenómeno. Es precisamente aquí donde de establece la naturaleza del proceso de valorar, que a la vez marca la diferencia sustancial con el vocablo evaluar; términos implicados en el presente análisis, los cuales usualmente suelen ser confundidos por los profesionales de la conducta. La acción fundamental del acto es cuantificar midiendo las propiedades o particularidades del objeto, lo que significa asignar una cantidad, un número, que nos dará sin duda una información de la valía o cuantía concreta de ese algo que se valora.

      En el desarrollo de la Psicología en general, la Psicometría como disciplina, ha sido una de las tradiciones más fuertes que ha caracterizado a los psicólogos en su trabajo y permitido también parte de su reconocimiento social. Pues la práctica profesional así como el desarrollo vertiginoso de instrumental psicométrico, cada vez más variado y amplio, encontró gran utilidad histórica, desde la aparición de la prueba Alfred Binet, manteniéndose la importancia del uso de las pruebas psicológicas hasta la actualidad.

     El problema radica en que asignar una cantidad o valor a un algo en si, no describe con suficiencia la totalidad y las esencialidades de ese algo que ha sido valorado o representado con dato o un valor cualquiera; por ello se afirma muchas veces que el número es frío y no alcanza esa expresión a aquello que se quiere caracterizar; además a lo indicado debemos sumar que los criterios para la valoración, por lo general parten de normas y juicios estadísticos consensuados, cuyos parámetros muchas veces no responden a las realidades locales, étnicas y culturales, con relación a las habilidades, potencialidades, destrezas y capacidades de un ser humano con relación a otro.

     Poniéndolos en desventajas en el proceso y subvalorando en algunos casos, sus verdaderos entornos y capacidad, sin relacionar y/o conocer, como ese niño o niña, despliegan esas capacidades en el ejercicio de transformar su realidad para resolver problemas, así como también en los diferentes procesos que ejecuta, para lograr ajustes que debe ejercer socialmente en su cotidianidad. Por lo tanto asignar un valor o una capacidad, a una función, destreza, desempeño, de manera asilada, bajo ningún concepto representa un diagnóstico en sí, tan solo es el acto de asignar un dato reduciendo tan solo la función a esa expresión de medida.

     Ahora bien el significado de evaluar, por lo general se define como el proceso por el cual, se estiman los conocimientos, actitudes y reconocimientos de las cualidades expresadas en el rendimiento de un objeto y por lo tanto, tal actividad se extiende como en el caso anterior a las personas , el vocablo es sinónimo de valorar en nuestro idioma; sin embargo dentro del ejercicio psicológico, las dos actividades son marcadamente diferentes; evaluar se relaciona con la apreciación de tipo cualitativa que se obtiene del objeto, es decir observa los resultados, funcionalidad, rendimiento y la utilidad del objeto y por lo tanto, la actividad se vincula más con la interpretación cualitativa que con la medición o la métrica.

     Evaluar es un proceso más subjetivo recargado de criterios abstractos de parte de quienes establecen los patrones de interpretación, para el acto descrito, que en el mejor de los casos dichos patrones encuentran afinidad en los criterios interpretativos para evitar al máximo de lo posible la subjetividad del que evalúa; mientras que en situaciones más extremas, se realiza la interpretación lo ya interpretado, de manera irresponsable y antojadiza y realizada sin criterio validado, sin fundamentos y al arbitrio exclusivo del evaluador infantil.

     Tal actividad se sostiene mediante el uso de instrumentos que por lo general son de tipo proyectivos, los mismos que estandarizan líneas muy generales de la expresión y manifestación de rendimientos y destrezas comunicativas, para tasar la ejecución del mismo por parte del niño o de la niña. En este proceso también quedan por fuera los contenidos y sentidos psicológicos, sus procesos motivaciones que impulsan a tal o cual desempeño en el infante al momento de reproducción o interpretación de las tareas que deben ejecutar intencionalmente pautadas en los protocolos de los test o instrumento seleccionado para ese propósito.

      La exploración de la tendencias organizativas de la personalidad por medio de instrumentos específicos así como los diagnóstico obtenidos por ese medio, han influido la practica psicológica en general y del Psicodiagnóstico pediátrico en particular; cuyos resultados pueden ser radicales, unilaterales y muchas veces equivocados, sin guardar relación correspondencia con la clínica del caso que se investiga, otorgándole a este proceso de evaluación un carácter absolutista disfrazado de seudo diagnóstico psicológico mediados por tecnologías reduccionistas . La tradición psicométrica llegada a la psicología desde Galton, Binet y Cattel , precursores de las pruebas psicológicas, se mantienen en la actualidad con todo su rigor psicométrico, mecanicista, nosográfico y clasificatorio gracias al modelo del análisis factorial, del cual no se han podido desprender la tradición psicométrica.

     Como vemos en la práctica clínica así como en el ejercicio de la psicología infantil, quedan establecidas las diferencias entre evaluar y valorar, procesos diferenciados no solo por los instrumentos sino también por la metodología, conceptualización y esencialidades de sellas mismas, aspectos que se encuentran ausentes en muchos psicólogos o terapeutas los cuales direccionan con esas limitaciones el proceso diagnóstico. Son entonces esas debilidades la raíz o el origen del problema diferenciador de los procesos los cuales han llegado distorsionada a la práctica de la psicología clínica la cual ha marcado e impactado en el trabajo diagnóstico y la tarea explorativa en si; tradición que venimos arrastrando los psicólogos y reproduciendo penosamente en pleno siglo XXI.

     Definiremos como diagnóstico psicológico al proceso de conocer una situación y condición de salud psíquica y por lo tanto de la personalidad para emprender la ayuda necesaria en el surgimiento de una crisis o un conflicto, de un sujeto en cualquier momento de su proceso de desarrollo evolutivo. Conocimiento que implica tener una visión holìstica y por lo tanto integradora, pero por sobre todas las cosas reales de todas esas condiciones y situaciones que configuren ese psiquismo y la personalidad saludable.

      El diagnóstico psicológico en niños y niñas al igual que en adolescentes, jóvenes y adultos, siempre será un proceso particular y complejo, que vas mucho más allá que la simple evaluación y/o valoración que tradicionalmente realizamos. Este proceso refiriéndonos al psicodiagnóstico clínico integra a más de la toma de pruebas psicológicas o test, el uso de la observación interna y externa, el estudio biográfico, el análisis neuropsicológico, el análisis pesonológico y el estudio de documentos.

      En este sentido el diagnóstico clínico, para Alonso Álvarez (1993), es un tipo de diagnóstico psicológico que se realiza en las esferas de actuación de la psicología clínica para evaluar al hombre o la mujer en el proceso salud enfermedad, por lo tanto este diagnóstico es el resultado de conocer los procesos y propiedades psíquicas, de su formación e interrelación en sujetos con estado normal o patológicos.

                                      TRES INDICADORES CUALITATIVOS BASI COS
                  EN LA EXPLORACIÓN INFANTIL


       Si afirmamos que el proceso diagnóstico es más amplio y más holístico, que la simple evaluación o valoración, tal enunciado debe concretarse en el proceso explorativo que realiza el experto, el cual debe atender tres elementos que se vuelven esenciales a fin de que la actividad del diagnóstico psicológico clínico alcance ese carácter holístico y complejo; el primero de los elementos se relaciona con el desarrollo somático que se sustenta en el desarrollo orgánico funcional de los niños y niñas; el segundo se circunscribe al desarrollo de las capacidades mentales que implica al nivel alcanzado por de sus funciones psicológicas superiores y expresadas en sus diversas modalidades o formas de resolver situaciones y problemas propias de su edad o nivel de desarrollo. Finalmente los factores psicosociales desarrolladores de su personalidad, vinculadas con las condiciones de existencia, educación, formación cuidados, hábitos, costumbres y cultura familiar.

LA MIRADA EN LO ORGANICO FUNCIONAL

       Por lo general los psicólogos y evaluadores infantiles no atienden con la agudeza necesaria a este indicador cuanti-cualitativo para los fines del diagnóstico psicológico; probablemente por no encontrar relación entre la condición somática y la evaluación psicológica. Esta omisión radica en la debilidad de su marco teórico en este aspecto y en la visión sesgada que tengan sobre el proceso psicodiagnòstico, por ello excluyen por completo algún vínculo entre la salud somática y la salud mental en la emisión del diagnóstico, manteniendo y reproduciendo la postura dicotómica propia del siglo pasado. Definiremos como indicador somático a las expresiones funcionales de salud y de bienestar que el paciente infantil revele en su desempeño, rendimiento, vitalidad y la energía con la que enfrenta y ejecuta las actividades sobre las cuales se levantará el diagnóstico psicólogo o el diagnóstico clínico.

      Conocer el desarrollo biológico en el paciente pediátrico es necesario dentro del estudio biográfico a fin de establecer su relación con los factores de crecimiento y desarrollo actuales, así como para determinar los niveles de riesgo experimentados durante las diferentes fases o estadios evolutivos, de los periodos, pre-natales, peri-natales y post- natales. El estudio de estos antecedentes implica relacionar lo somático y su situación de salud para determinar el nivel o indicador del riesgo y la incidencia o participación de esta condición podría tener en el cuadro clínico del paciente, por lo tanto su contribución al psicodiagóstico reviste relevancia.

      Sin embargo este aspecto debe ir más allá de lo indicado, pues se debe observar también el estado de salud física actual en el que el niño o la niña enfrentan el proceso diagnóstico, pues esta inspección también es importante y proporciona información sobre aspecto del cuidado y atención que recibe de sus cuidadores como del grupo primario con el que interactúa, como lo veremos más adelante.

     Como sabemos existen eventos y accidentes que afectan directamente o indirectamente el desarrollo evolutivo de los pacientes pediátricos y ello condiciona o afecta su desarrollo psicológico, en independencia de que la afección haya llegado desde el nivel genético o de manera congénita; de cualquier manera esta condición se vinculará integrará al desarrollo psicoevolutivo del niño y de la niña, manifestándose en los aspectos de sus capacidades, destrezas así como en la regulación de su comportamiento social.

      Los riesgos que experimentan los niños y niñas en la fase peri-natal, caracterizan a esta etapa como una de las de mayor peligro, dado que aquí es donde se producen con mayor frecuencia eventos que pueden afectar o incidentes que pueden afectar significativamente la condición de salud y desarrollo del nuevo ser. Otros autores distinguen y subdividen tres subfases a ser observadas con relación a la exploración, de la curva biológica de los niños y niñas, denominadas periodo de fecundación, periodo embrionario y periodo fetal.

     Sabemos que cualquier accidente, modificación o alteración de las estructuras esenciales del nuevo ser, en cualquiera de estas fases no solo que perturban a su futura condición física sino que también ese evento incidirá en su desarrollo, conductas o comportamientos. Existe en la literatura científica médica, reportes de mal formaciones congénitas, ocasionadas por intoxicaciones, afecciones por virus, uso de medicamentos erotógenos, traumas, radiaciones, entre otros factores experimentadas por las futuras madres durante el curso del embarazo, estas son las causas más comunes, encontradas y asociadas a los diversos problemas del comportamiento infantil y que por lo general guardan relación con las quejas que motivan la evaluación psicológica que por lo común suele culminar con el psicodiagnóstico clínico.

       Nos queda claro, que resulta innegable la importancia que tiene el estudio biográfico, para conocer la relación de los niveles de funcionamiento orgánico del paciente infantil, en vinculación con su condición actual; sin embargo, también resulta muy útil para el fin diagnóstico, observar aspectos como su peso y la talla, al momento de su valoración; esos indicadores reflejan el cuidado o no que tiene el niño o la niña, en especial en sus hábitos higiénicos dietéticos, condición vital para su desarrollo; por lo general nuestros usuarios, presentan estilos y modos inadecuados en cuanto a este aspecto, lo cual es una forma de maltrato y constituye una condición negativa de crecimiento. Entre los signos psicológicos que siempre encontramos ligados a la desnutrición, se encuentra la alteración en el desarrollo del lenguaje, que afecta tanto al ritmo como a la producción de este, alteración en el desarrollo motor en especial su motricidad fina y alteración en el desarrollo del comportamiento social, que se expresan como irritabilidad, hostilidad, indiferencia y fatiga física y mental , secundarios al rechazo, discriminación y burlas a las cual se exponen con mucha frecuencia los menores que experimentan este tipo de problemas.

       El sobre peso infantil se constituye entonces en otro problema a mirar en el momento del diagnóstico psicológico, pues este problema no solo que limita la motricidad y movilidad del niño o niña que la padece; sino que además afecta directamente contra la autoimagen del paciente, contra su autovaloración, sobre su autoconcepto, que inducen al niño o niña al aislamiento social, al retraimiento generadora de inseguridad, debido a la torpeza motora así como a la lenificación de sus reacciones, e incluso de discriminación de los propios adultos y cuidadores en los grupos donde interactúa.

      Este problema a nivel de país ubica al diecisiete por ciento de los niños y niñas ; de nuestra realidad, en esta forma no saludable de maltrato que se enmascara como tal, es decir como problema, por ello la obesidad infantil no trae únicamente aparejado los conflictos psicológicos y sociales mencionados en líneas anteriores, sino que trae ligado a la salud somática de los infantes, riesgos muy altos en cuanto a daños sistémicos importantes en su funcionamiento orgánico y en su salud física y mental que a futuro se harán más evidentes.

       La simple sumatoria de los porcentajes expuestos tanto en el problema de la desnutrición como en su contrario que es el sobre peso, revelan una alta incidencia de este fenómeno al momento de la evaluación psicológica y por ende en el diagnóstico clínico, por lo tanto la posibilidad de encontrar estos indicadores en los diferentes escenarios donde los psicólogos y terapeutas infantiles, realizan su trabajo profesional, son muy altas de ahí la importancia de considerarlos y relacionarlos con el psicodiagnòstico a realizarse.

      En este aspecto otra fuente de información útil se obtiene de la inspección de las condiciones de arreglo personal que trae el niño o la niña durante el proceso diagnóstico, así como también de las cicatrices y lesiones de fácil observación. Por lo general el esmero que ponen los padres en el cuidado y aseo personal del paciente pediátrico, es revelador del interés de sus cuidadores; observar el estilo de vestuario así como la coherencia en la combinación de los colores, estampados y adornos en las ropas del niño o niña, nos permitirán conocer de manera objetiva la percepción que ambos padres o de uno de ellos, tienen sobre sus hijos y que es evidente su interés por mostrarlo. Más que un criterio de moda es una finalidad en ellos para, lograr ver a sus hijos e hijas como ellos quieren o aspiran.

      Resulta fácil encontrar a pacientes con vestuarios que rayan en el exceso de carácter infantil y que no corresponden al nivel de edad y desarrollo alcanzado y superado en los menores; de igual forma encontraremos niños y niñas que en sus atuendos, evidencian un nivel juvenil o de adulto, como una necesidad de mostrar mayor desarrollo y crecimiento. Estos indicadores deben conducirnos a precisar en la exploración con los padres o cuidadores, si esta necesidad surge de sus hijos o es una necesidad orientada desde sus progenitores.

     En ambos casos esta forma de arreglo también orienta la manera y forma de trato, es decir en menores que visten como muy pequeños, reciben ese tipo de relación, pues este aspecto es un condicionante de su manejo; al igual pero en dirección opuesta funciona el hecho de vestir a los menores con atuendos que representan más edad de la que en verdad tienen, es el caso de los niños que visten como caballeros en pequeño y de niñas como damas en tamaño pequeño. Definitivamente ese análisis permite conocer los elementos que participan en la estructuración del estilo de vestir del niño y de la niña, así como el sentido y condicionamiento e influencia social existente.

     Es importante diferenciar en este punto el estado en que los pacientes se presentan a la entrevista, diremos que lo observado y relacionado al grado de sudoración, a la agitación, al desarreglo de sus ropas y sus cabellos, con que llegan a la consulta, puede obedecer a la actividad o juego que ellos y ellas que realizan antes de llegar a la cita o en la espera de su turno de ser atendidos. Este criterio debe diferenciarse del arreglo inicial que hacen sus padres o cuidadores.

     Además de observar los elementos mencionados, es conveniente para el diagnóstico psicológico, prestar atención a otros aspectos como cicatrices, moretones, rasmilladuras y lesiones en la piel, huellas de fracturas e incluso marcas de cirugías, puesto que ellos también se vuelven reveladores de información que ligadas a los datos que se recogerán a lo largo del proceso, permitirán lograr una comprensión holística del problema.

    Estos indicadores posibilitan el levantamiento hipotético, de posibles causas que son el origen de esas marcas o lesiones, las cuales por lo general giran alrededor de comportamientos que se relacionan con hiperkinesia, hiperactividad, sobre actividad, ausencia de límites; otros se pueden relacionar con dificultad o torpeza motora, exposición a accidentes, descuido o exceso de confianza de los padres, exposición a juegos bruscos y finalmente a manifestaciones de violencia infantil. Tales hipótesis se despejaran en el camino al diagnostico psicológico, pero estas representan la toma de una posición del psicólogo en su obligatoriedad por despejarlas para finalmente declararlas en diagnóstico final e informe del mismo.

LA EXPLORACIÓN DE LO MENTAL

      La valoración para el diagnóstico psicológico, para la exploración de lo mental, en los pacientes pediátricos, requiere de tres componentes básicos para su cumplimiento, esos componentes se relacionan al grado de desarrollo del lenguaje del niño y de la niña, que facilite establecer la comunicación esencialmente informativa; el desarrollo de las habilidades sociales que fomenten la interacción esencial, para el surgimiento de la relación evaluador - evaluado y el proceso diagnóstico en si mismo, sustentado en la relación terapéutica que inicia simultáneamente con el psicodiagnóstico.

    Definiremos como exploración mental, a la evaluación y valoración de las capacidades, destrezas y habilidades, que poseen los pequeños pacientes, al encarar el proceso psicodiagnóstico; esta exploración es una condición básica y una necesidad a la vez, para los psicólogos, a fin de conocer y determinar el grado de desarrollo o en su defecto el nivel de dilación o de dificultad de desarrollo de alguna función de su psiquismo, que sin duda redundará con beneficios o con inconvenientes en su expresión en lo social, generadoras de rechazo y desaprobación, la misma que participa o tributa al problema psicológico que los niños y niñas experimentan.

     El lenguaje como medio de expresión del pensamiento y de otras funciones superiores en el ser humano, es un requisito importante para lograr el diagnóstico psicológico; por lo general los niños y niñas menores a cinco años, aun se encuentran en fase de ampliación y desarrollo del mismo, lo que condicionará su sistema de comunicación el cual se vuelve de difícil comprensión y afecta la relación entre el psicólogo y paciente pediátrico, en este sentido impide establecer relaciones y correlaciones entre los datos e insumos obtenidos por vía instrumental.

     A estas edades el lenguaje de los infantes se encuentra en la fase de ampliación del mismo, así como también se encuentra en desarrollo la capacidad de comprensión y del uso de las reglas gramaticales, que permite la comunicación, activa y reveladora del nivel de pensamiento así como de los contenidos psicológicos y formaciones motivacionales que expliquen el comportamiento motivo del psicodiagnóstico.

     La emisión de un diagnóstico psicológico requiere entonces de la participación del menor no solo su rendimiento en las pruebas e instrumentos aplicados, sino que existe la condición básica y necesaria de ejecutar la entrevista clínica y realizar desde los datos y resultados el análisis de sus contenidos psicológicos y procesos motivacionales, dada la imposibilidad de lograr este requisito, el proceso sufre una limitación y por lo tanto en niños y niñas menores de cinco años, este se reduce a una evaluación y valoración de sus funciones psíquicas, para determinar su situación de desarrollo así como de sus condiciones de salud.

      Esta limitación encuentra se explica por cuanto recién los menores a partir del segundo año de vida inician la comprensión verbal de algunas palabras, así como de algunas expresiones que aparecen en su contexto y que son apropiadas para su desarrollo y que apoyada de los gestos, les permite comprender y ejecutar ordenes sencillas. Por lo general estos niños a estas edades incorporan quinientas palabras, con las cuales inician su proceso verbal de comunicación, para los dos años y medio, esta base debe ampliarse a mil quinientas para cerrar a los cuatro años con dos mil palabras ; de tal manera que su sistema de comunicación gira alrededor de la posesión, atribución y de la localización, los cuales son insuficientes en el establecimiento de la entrevista psicológica o clínica, lo que obliga de alguna forma al psicólogo o terapeuta a interpretar con marcada subjetividad, dicho proceso, tendencia que debe evitarse por completo.

       En pacientes pediátricos que rebasan los seis años de edad, el tema es un tanto diferente, al encontrarse en condiciones, cognitivas y afectivas mas desarrolladas, su capacidad de comunicación al igual que los procesos psíquicos, ubican al niño o niña en mejores condiciones para realizar el proceso psicodiagnóstico; los saltos cualitativos del pensamiento concreto y sus rudimentos de pensamiento abstracto que comienzan a aparecer, le permiten comprender en su nivel su entorno y expresarlo de manera mas discursiva. Para ellos entonces el proceso del diagnóstico psicológico debe ser completo, considerando lógicamente que las condiciones del niño o de la niña indiquen que su crecimiento normal.

LO IMPORTANTE DE LO SOCIAL

       Las habilidades sociales del paciente, es un segundo componente que facilita la exploración de lo mental; a más de ser fuente de adquirir y pulir sus recursos personales para afrontar y manejar situaciones en sus diferentes interacciones con su colectivo social, esas habilidades implican el uso del repertorio de comportamientos probados por los niños y niñas en las diferentes interacciones así como también, permiten improvisar conductas ante la ausencia o el déficits de estas. En los niños estas habilidades juegan el mismo papel que en los adultos, de ahí la necesidad de observarlos, estableciendo la diferencia en el nivel de complejidad existente entre los comportamientos del adulto con relación al de los infantes.

       El desarrollo de las habilidades sociales proporcionan de manera consciente en los niños, niveles de seguridad expresados como espontaneidad o asertividad en su conducta social, la cual es base para la interacción del paciente con su proceso y con el psicólogo evaluador. Está visto que los niños y niñas con estas facultades o competencias formadas manejan o se manejan en el transcurso del diagnóstico psicológico, con los menores niveles de ansiedad, temor, frustración e incluso de negativismo al proceso.

       Finalmente la exploración mental exige la aplicación de modelo psicológico o clínico, que implica integrar la entrevista psicológica, la entrevista a los padres, el estudio biográfico, el análisis neuropsicológico, la observación, el uso de pruebas psicológicas. No abordaremos en el presente estudio a la entrevista clínica y sus variantes, pero enfatizaremos en el análisis de la aplicación de instrumentos psicológicos, como medios de exploración de la capacidad, habilidades, destrezas y en especial el nivel de desarrollo del paciente así como también sus características personológicas
 
      Las capacidades mentales de los niños y niñas, pueden ser observadas y medidas mediante los instrumentos psicológicos, como lo son las pruebas y los test; sin embargo el diagnóstico clínico así como el psicológico, demandan la articulación de todo el asunto para lograr el carácter holístico que requiere el proceso. Por lo general la psicometría es la rama del conocimiento que permite medir las funciones psicológicas superiores de los niños y permite obtener una idea bastante ajustada a la realidad de lo que los psicólogos llamamos las capacidades y destrezas alcanzadas, que a su vez son indicadores de sus potencialidades, que impulsaran su desarrollo, en los diferentes escenarios que el niño o la niña interactúen.

       Establecer una batería de pruebas con instrumental validado en el ejercicio de la clínica psicológica, es una condición básica para el proceso, batería que debe facilitar la medición objetiva de esas funciones, pero que a la vez tribute con información esencial, a despejarse en la entrevista psicológica con el paciente infantil.

       Por lo general los evaluadores, psicólogos y terapeutas, ejecutan la aplicación de los instrumentos y reducen sus resultados a la simple expresión cuantitativa del mismo, expresión que impide relacionarlos con el diagnóstico psicológico así como con los recursos personológicos, con que el niño o la niña enfrentan y ejecutan las pruebas. Analizar cualitativamente los resultados así como su desempeño, permite conectar y relacionar de manera puntual sus características, destrezas y posturas, que sin duda forman parte de su gran repertorio que muchas veces esta evaluación no alcanza a registrar.

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